Con más de cuatro décadas de carrera, José Manuel Moles es uno de los grandes nombres de la música española que ha sabido conquistar también el mercado internacional. Desde sus inicios con bandas como Albatros o Vídeo, hasta sus éxitos recientes en Asia, Moles ha firmado algunos de los hits más memorables del pop español y ha trabajado con artistas de primer nivel como Luz Casal, Malú, Maná, David DeMaría, Tiziano Ferro o Presuntos Implicados.
Seis Discos de Oro, tres Doble Platino, un Cuádruple Platino y otro Platino no hacen sino confirmar lo que muchos ya saben: que detrás de muchos de los sonidos que han marcado generaciones, hay un valenciano que compone desde la honestidad, la intuición y el oficio.
Nos recibe en su estudio en Valencia, ese cuartel creativo desde el que ha enviado canciones que han llegado hasta Japón, China o Taiwán. Moles habla con la serenidad del que ha vivido mucho, pero mantiene intacta la pasión del que aún tiene mucho que contar.
P: José Manuel, con más de 40 años en la música, ¿cómo se mantiene la inspiración?
- R: La clave está en mantener intactas las ganas de hacer música y no perder nunca la ilusión con la que empezaste el primer día. Si conservas esa pasión por tu trabajo, siempre estás buscando nuevas ideas, nuevos proyectos… y sobre todo, intentando crear algo que emocione a las personas. En ese proceso, es cuando realmente aparece la inspiración.
P: Comenzaste en 1979 con Albatros y luego con Vídeo, donde firmaste temas icónicos como “Víctimas del desamor”. ¿Cómo recuerdas esa etapa?
- R: Fue una etapa increíble para la música en España. Coincidió con la apertura política a principios de los años 80, y eso generó un ambiente de libertad, de creatividad desbordante. Había una diversidad y unas ganas de hacer cosas nuevas que se respiraban en el ambiente. Se fundieron una serie de cosas que hizo que esa época fuera muy creativa a todos los niveles. La recuerdo con muchísima ilusión, ya que conocí gente impresionante como por ejemplo Tino Casal y mucha gente de la época que eran super modernos. Aprendí muchísimo y gracias a esa época de alguna manera soy lo que soy ahora. Eso me ha nutrido mucho y por eso la recuerdo con muchísimo cariño.
P: Has colaborado con artistas como Maná, Luz Casal, Malú, Tiziano Ferro... ¿Qué valoras más de trabajar con artistas tan distintos?
- R:. A nivel personal —y también un poco a nivel de ego— es muy gratificante poder trabajar al lado de artistas tan importantes y que valoren tu trabajo. Pero, por encima de todo, me quedo con la parte personal. Mi experiencia ha sido que, cuanto más grandes son los artistas, más humildes suelen ser y más aprecian lo que haces, incluso cuando todavía no eres muy conocido. He tenido la suerte de trabajar con músicos que podrían elegir al productor que quisieran, y sin embargo, siempre me han tratado con mucho respeto y cercanía. Eso es lo que más destaco de esas colaboraciones: la calidad humana detrás del talento.
P: Tu carrera internacional es impresionante. ¿Cómo llegas a trabajar con artistas asiáticos y conseguir números uno en países como Japón, Taiwán o China?
- R: Ha sido posible gracias a la editorial con la que trabajo: Peer Music, una compañía multinacional de origen americano. Aunque tienen presencia en todo el mundo, yo pertenezco a la oficina de Madrid desde hace ya 33 años. Ha sido una relación muy sólida, como un matrimonio. Gracias a que Peer Music cuenta con oficinas en todo el mundo, incluida la parte asiática, en un momento dado sentí la necesidad de buscar un nuevo reto. Venía de muchos años trabajando la parte latina, especialmente entre 2000 y 2008, y me apetecía explorar territorios nuevos. Empezamos a trabajar con mucha constancia en el mercado asiático, que era completamente diferente, y poco a poco comenzaron a llegar los resultados. Con esfuerzo y dedicación, conseguimos alcanzar números uno en casi todos los países.
P: ¿Cómo se trabaja una canción que va a viajar tan lejos culturalmente?
- R: Lo primero que hay que hacer es un estudio a fondo de la música local: entender cómo funciona la escena, cuáles son los gustos del público y qué estilos de producción predominan en esa zona. Por ejemplo, en Corea existe el K-POP, pero dentro de ese género hay una gran variedad de subestilos, por lo que es importante conocerlos todos. En Taiwán o en China, el panorama musical también es distinto, con artistas muy diferentes y tendencias propias.Para poder conectar realmente, tienes que escuchar mucha música del lugar, analizarla y tratar de comprenderla desde dentro. Es un trabajo que requiere tiempo y dedicación.
P: ¿Qué significa para ti componer desde tu estudio en Valencia?
- R: Para mí es algo brutal. El hecho de poder trabajar desde casa y, aun así, tener alcance global, conectar con personas de todo el mundo sin necesidad de desplazarte, es algo que valoro muchísimo. Eso te permite aprovechar mucho mejor el tiempo. Recuerdo que antes viajaba constantemente y pasaba meses fuera de casa haciendo producciones en países como México, Estados Unidos o Alemania. Aunque era una gran experiencia porque conocías a mucha gente, también resultaba agotadora. Se perdía mucho tiempo en desplazamientos y el ritmo era mucho más exigente. Poder trabajar desde casa ha hecho que mi vida personal sea más tranquila, que tenga más libertad y que pueda compaginar mejor lo profesional con otras facetas de mi día a día.
P: Después de tantos logros, ¿qué te sigue motivando?
- R: Lo que realmente me motiva es la música. Siempre busco involucrarme en proyectos que representen un reto, que me obliguen a salir de mi zona de confort. De hecho, también trabajo en publicidad, en música para cine, en musicales... y cualquier propuesta que implique un reto la acepto con entusiasmo. Al final, eso es lo que me da vida. Creo firmemente que, en el momento en el que te acomodas y te instalas en una rutina sin retos, es cuando empiezas a morir creativamente, sobre todo en lo musical.
P: ¿Cómo definirías tú a la figura del productor?
- R: Antiguamente era diferente. Dentro del trabajo musical existían muchos roles muy específicos: estaba el representante de la compañía, el productor, el arreglista, los músicos, el ingeniero de sonido, el copista… Cada uno tenía una función claramente definida.
- Hoy en día, con la globalización del proceso musical, para mí el productor es alguien que, idealmente, tiene conocimientos de música. Eso le permite tener un mayor control sobre el proceso creativo y ofrecer alternativas musicales al artista. Por otro lado, el productor es también quien coordina todo el entorno de trabajo. Es como el director de una película: supervisa prácticamente todo, desde el guion hasta las luces, y si surge algún problema, lo resuelve. He tenido la suerte de trabajar en la época analógica como ingeniero en estudios de grabación y también como músico de sesión. Cuantas más herramientas tengas a nivel musical, mejor servicio puedes ofrecer al artista.
- La palabra “productor” engloba muchas funciones, y hoy más que nunca, esa versatilidad es clave.
José Manuel Moles no necesita hacer ruido para destacar. Su trabajo, su forma de ser y su coherencia hablan por sí solos. Desde Valencia, sigue siendo una pieza clave —aunque muchas veces discreta— en el mundo de la música. Y quién sabe, lo mejor puede que todavía esté por venir.